Se fue a trabajar en su Mercedes, llevaba un liguero bordado a mano con una palabra de diferente color “Forever”, tacón alto, minifalda azul. En el trayecto puso su Iphone en el agarradero del cristal delantero y se puso a grabar un vídeo para acordarse de todas aquellas cosas que luego escribiría o realizaría a lo largo del día. Y pensó para si misma que es maravillosa.
Los veinte minutos que duro el recorrido le dio para bastante metraje en su grabación, le gustaba verse en los descansos y tomar apuntes de todo lo que le parecía importante, ser una diva de si misma le daba seguridad y paz interior pero no podía entender la soledad tan inmensa que sentía porque nadie es para ella lo suficiente ni está a la altura de lo que ella puede ofrecer.
Sabía que era exigente pero el listón estaba tan alto que las noches se volvían oscuras entre las sabanas, las marcas de sus abrazos a la almohada eran evidentes y una pregunta le rondaba por la cabeza constantemente ¿de qué me vale ser perfecta si por serlo nadie entrara en mi vida?.
El tiempo fue dándole alas al ego, en la cima, en la cumbre de sus éxitos, la más hermosa e inteligente, la envidia del salseo, la referencia para muchas. Una mañana como tantas veces se subió a su Mercedes y se fue camino del trabajo, al llegar a un semáforo en rojo freno el coche, miro a ambos lados y su corazón se detuvo, su cabeza se reclino sobre el volante y exhalo su último aliento. Había muerto.
Debe estar conectado para enviar un comentario.